Cultura Libre/MenosdeMil/R.A.M

DE LA PIEDRA A LA NAVE: Historia de la liberación de una tripografía

Dice Stanley Morrison en la postdata de su libro Principios fundamentales de la tipografía, de 1929, que «la actividad tipográfica, como la arquitectura, está al servicio de la sociedad. [Que ambas] son artes que, por su naturaleza, están predestinadas a servir a la civilización».

Y así ha sucedido a lo largo de los siglos. La historia de la tipografía ha estado siempre ligada a las corrientes arquitectónicas de su tiempo, ha dependido de los materiales y técnicas de cada época. Mucho antes de su formalización con la aparición de los tipos móviles y la imprenta, encontramos los primeras manifestaciones muchos siglos antes, en las inscripciones de las lápidas de las antiguas Grecia y Roma. Sí, la escritura lapidaria puede considerarse la base del diseño tipográfico que ha llegado a nuestros días; siendo las mencionadas civilizaciones las que comienzan a aplicar la tipografía en la arquitectura como un elemento más de ésta, imprescindible para narrar la historia del edificio o monumento en cuestión, habitualmente a fin de inmortalizar un acontecimiento o episodio relevante.

Allá por 1840, en uno de los primeros edificios de hormigón armado visto que se construyeron en Madrid, y de los pocos que aún resisten en la capital, como símbolo de la incipiente industrialización del país, se emplazó en un solar bastante próximo a la actual estación de Atocha, una fábrica maderera gestionada por una, para aquel entonces exótica compañía: la Sociedad Belga de Fincas Españolas. TALLERES Y PINARES PROPIOS, FABRICAS RASCAFRÍA Y VILLALBA puede leerse aún hoy en una de las fachadas del edificio de las antiguas Serrerías Belgas –hoy habitado por unos artesanos de muy distinta índole pero que, al igual que cuando aquellos belgas llegaron con su avanzado modelo de negocio a la europea, hacen de sus talleres un espacio de creación e innovación en constante actividad. Otros tramos de fachada y cornisa siguen contando, casi como si de carteles publicitarios en piedra se tratara.

Una tipo mestiza, de matriz belga, trazo lacio y cierta influencia Art Nouveau. Una letra que desde las primeras inspecciones reconocieron no procedía de una fuente preexistente y que se notaba que había sido hecha a mano por un técnico: se observaban diferentes eses, aes, diferentes formas de dibujar cada letra. Mezcla de influencias y estéticas que luego se han recuperado durante el proceso de digitalización. Una letra que como si de caligrafía se tratara cuenta con una personalidad muy marcada. CARACTERES CON CARÁCTER, que la veintena de participantes del taller colaborativo supieron captar trazo a trazo,  resucitando una fuente que era una marca en la piedra abocada a la desaparición.

La tipografía como testigo histórico de casi dos siglos de historia madrileña; la digitaliziación como proceso de conservación de esa historia, concediéndole una dimensión de supervivencia. La inmortalización de una tipo; como en su tiempo se aseguraba la perpetración de los mitos griegos y las hazañas romanas al tallar la piedra, como se imprime la historia en un papel y se almacena el recuerdo en un gigabite.

>>> DE LA PIEDRA A LA NAVE ESPACIAL.  Llegada del pasado, revisitada en el presente para que la historia que relatan cada uno de esos caracteres se convierta en  permanente y duradera, más allá de la erosión inevitable de la piedra; más allá del desdibujo propio del paso del tiempo en la lucha contra los elementos externos. Verano de 2012. Poco antes de que la renovada Antigua Serrería Belga abra sus puertas, MLP propone al estudio de investigación y diseño libre portugués Manufactura Independente, la recuperación de esa tipografía tatuada en el exterior del edificio, para su digitalización en una tipo que no fuera cerrada solo para Medialab sino abierta, y no sólo en el sentido de que fuera compartible, replicable y modificable. Abierta a modo de legado en el tiempo. Abierta como sus talleres y sus herramientas, como sus puertas abiertas de par en par al conocimiento compartido, a la experimentación, a los procesos de aprendizaje ensayo-error, y abierta a la participación ciudadana.

La fachada es muy especial. Las letras están realmente dibujadas por un técnico que las ha grabado en la piedra, de ahí la gran plasticidad de la tipografía. No teníamos las instrucciones originales de cada una de las fuentes, ni si existía un único artesano que las hacía…  Decidimos sacar dos tipografías (aunque podíamos haber sacado muchas más por todas las variaciones de tipos que había) –una SOBRIA, ESTRAVAGANTE la otra. Nuestras versiones son posibles interpretaciones de la que hay en la fachada del edificio. Lo interesante es que en los pormenores técnicos, esa historia tan enimática se ha trasladado al ordenador, si un trazo era más o menos grande en un carácter de la fachada se ha trasladado y eso no pasa con las fuentes de ordenador.

Una labor colectiva para librarla de su cárcel de piedra y publicarla al mundo. Utilizando solamente herramientas de software libre y de código abierto (F/LOSS) en cada una de las fases del proceso, obteniendo una tipo disponible bajo licencia Open Font (OFL).

Lo que ha permitido que La Serrería, una vez más como ha venido sucediendo a lo largo de la historia de la tipografía, se convierta en una tipo que tiende puentes entre lugares remotos y espacios afines, o no. Como cuando Ana y Ricardo descubren por casualidad que unos diseñadores compatriotas han utilizado la fuente originaria de MediaLab-Prado en un centro cultural en la ciudad lusa de Oporto. Y de pronto el destino, el azar o la voluntad premeditada han querido que dos espacios queden unidos para siempre, por la Sobria, por la Extravagante.

Una tipografía da personalidad, da vida y viste espacios, objetos y cuerpos. Pero la tipografía ha sido suplantada en las últimas décadas por la digital de una forma casi total en el escenario urbano. La tipografía digital tiene unas formas standard y unas defaults de fuente para cuando no quieres elegir. Uno siente que, con la incursión de lo digital, se ha perdido mucho de esta idea de identidad que la tipografía ayudaba a imprimir, tal y como experimentamos en el taller de la Serrería.

Afortunadamente, la Serrería Sobria y la Serrería Extravagante descansan ya en paz en la Open Font Library para el libre uso, disfrute e inspiración de quien guste.

Versión extendida del artículo publicado en la Edición primavera 2015 de R.A.M, fanzine de Medialab-Prado.

¿El fanzine de Medialab-Prado?

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